
La resiliencia es algo así como volver a conectar con la energía creadora después de un proceso caótico, una experiencia dolorosa o un gran desafío.
Para la Real Academia Española, resiliencia es “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador”.
Aunque, cuando se refiere a objetos materiales, mecanismos o sistemas, la define como “la capacidad de recuperar su estado inicial, cuando ha cesado la perturbación a la que estuvo sometido”.
Si bien en sistemas mecánicos de fabricación industrial, esta definición puede alcanzar cierto nivel de veracidad, no sucede lo mismo con los seres biológicos.
Cuando entran en juego las emociones, la resiliencia puede definirse como la capacidad humana de sobreponerse e incluso surgir mejor preparado, luego de una experiencia desafiante.
En el terreno de las emociones todo es incierto y difícil de medir. Para algunos, el reto tendrá que ver con un simple cambio de vecindario que le imponga crear nuevas relaciones.
Habrá quienes caigan en estados depresivos causados por pérdidas económicas, haber fallado en un examen o que la pareja les deje.
En cuestiones relacionadas con el plano sutil de las emociones, todo tiene que ver con el cristal con que se miren los sucesos. También, con la capacidad para captar el porqué de la experiencia.
Cómo saber si soy resiliente
No existe una única verdad que aplique para todos. ¡Somos únicos! Y nuestra historia personal se inicia aún antes de que lleguemos a este mundo vestidos en cuerpo de bebé.
Pero, quizás, unas simples preguntas te ayuden a reflexionar
¿Crees que una vez atravesado un desafío -cualquiera sea su origen-, al liberarte, vuelves a ser el mismo?
Quizás acostumbres definir los sucesos como buenos o malos, positivos o negativos. Es lo más común.
En estos tiempos en los que la humanidad pasa por pruebas coincidentes, muchos lo están viviendo como un gran problema, y se afligen.
Pero…¿qué tal si te refieres a los problemas como un desafío o reto, simplemente?
Te invito a que analices qué pensamientos, sensaciones o sentimientos te produce la frase “experiencia negativa” o “problema”. Imagina -por ejemplo-, el quedarte en la ruta sin gasolina, como un “problema”.
¿Qué sensaciones pasan por tu cuerpo? ¿Cuáles son los pensamientos que surgen en tu mente? ¿Qué emociones te embargan?
Escribe las frases que vayan apareciendo en tu mente y describe las sensaciones físicas que te produce.
Ahora, piensa en la misma situación pero ¡como un “desafío”!
Ante un gran reto, un desafío lúdico si pudieras verlo así…¿Te desesperas o tu mente se pone más lúcida?
¿Qué sensaciones pasan por tu cuerpo? ¿Cuáles son los pensamientos, sentimientos o emociones que aparecen?
Sería bueno que también tomaras nota.
La intención de este pequeño ejercicio es que logres comprobar la importancia de las palabras en nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Y la influencia que luego tienen en nuestro estado mental, físico y espiritual.
Si el tema te interesa y deseas ampliarlo con material científico, te recomiendo que leas, luego…

Continuemos con el ejercicio
Ahora, observa tu lista. ¿Fue lo mismo pensar en un problema que en un desafío? ¿Tu mente generó los mismos pensamientos? ¿Sentiste las mismas emociones y sensaciones?
Si leíste el artículo anterior ya sabrás de qué manera, las palabras crean nuestra realidad.
Muchas, nos vienen desde afuera. Pueden provenir de las personas con las que convivimos, trabajamos o elegimos escuchar.
Otras, están firmemente selladas en nuestra mente, desde nuestra niñez. Quizás una sentencia que recibimos de algún maestro o familiar, o nuestra propia programación luego de un suceso ingrato.
Estas son más difíciles de identificar, forman parte de nuestras creencias y no siempre nos ayudan.
El hecho es que lo que habita en nuestra mente, termina confiscando nuestro cuerpo, dejando huellas en nuestro temperamento o incluso a nivel físico, a través de enfermedades.
Lo que pensamos es importante

La resiliencia es el estado que se alcanza una vez que logramos comprender que toda experiencia, por más dolorosa que nos resulte, vino para mejorarnos.
Las investigaciones del Dr. Bruce Lipton dejan en claro lo determinante que resultan nuestros pensamientos para el equilibrio o desequilibrio de nuestra salud.
Pensamientos y palabras que indiquen seguridad, confianza o armonía estimulan, físicamente, la activación de ciertas hormonas:
- Dopamina, llamada la molécula del placer, que genera confianza y motivación.
- Serotonina, conocida como la molécula de la felicidad, que induce satisfacción y bienestar.
- Oxitocina, o molécula del amor, que nos da seguridad al vincularnos con otros.
- Endorfinas, molécula analgésica que genera euforia.
Por otra parte, sentimientos de miedo, incertidumbre, inseguridad o desconfianza activan las glándulas que segregan cortisol y adrenalina.
Es cierto que tanto el cortisol y la adrenalina son esenciales para que sepamos captar las situaciones de riesgo y actuemos en consecuencia.
Pero, hay que tener en cuenta que, al mismo tiempo, paralizan momentáneamente el sistema inmunológico para enfocar, todas los sistemas del cuerpo, en atacar el problema.
Ahora ¿qué sucedería si ese estado de incertidumbre, miedo o inseguridad se mantuviera en el tiempo? ¡Estrés mental y baja inmunidad!
En consecuencia, alcanzar el equilibrio que nos regala la sabiduría de la resiliencia nos libra de graves enfermedades del cuerpo y del sistema nervioso.
Qué cualidades necesitas para ser resiliente
Para enfrentar un desafío con resiliencia es necesario mantener el equilibrio:
1 – MENTAL
- siendo consciente de los propios pensamientos;
- sabiendo rechazar los pensamientos ajenos que no nos favorecen;
- aquietando la mente a través de la relajación o meditación;
- nutriendo el intelecto, a través de la lectura, el estudio o juegos mentales.
2 – EMOCIONAL
- nutriendo las emociones agradables;
- estimulando las sensaciones gozosas;
- activando la pasión y la energía creadora;
- encontrando un sentido para cada día.
3 – CORPORAL
- escuchando a tu cuerpo e identificando sus necesidades;
- descansando las horas necesarias;
- realizando ejercicios, caminando o bailando;
- eligiendo alimentos saludables.
4 – ENERGÉTICO
- sosteniendo relaciones no contaminantes;
- conociendo el efecto de las palabras en nuestras emociones;
- aprendiendo a identificar los cambios de temperatura corporal;
- escuchando música de alta frecuencia;
- estando en contacto con la naturaleza.
5 – ESPIRITUAL
- meditando;
- aprendiendo a escuchar a nuestro ser;
- desarrollando el arte de las relaciones personales.
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos, en todas las áreas de nuestra existencia y adaptarlos a la nueva situación.
Un momento de crisis puede ser vivido con estrés y desesperanza, o despertar una gran pasión. Enfrentar un desafío con resiliencia nos puede mostrar una parte de nosotros, que no conocíamos.
Una vez que la mente logra aceptar la nueva situación, comienza a asumirla y allí surge la creatividad que el anterior estado de confort, mantenía dormida.
Es tiempo de recrearse, de conectar con nuestro ser más profundo; es momento de volver a mirar la aventura de vivir, con los ojos de un niño curioso.
Lograr asumir que no somos dueños de la verdad y que otros, ante una misma situación, pueden pensar o actuar de manera distinta, nos flexibiliza y nos abre a nuevas posibilidades.
Aprovecha este tiempo de confinamiento para descubrir esa conjunción perfecta que te permita expresar tu pasión, creando un servicio de valor para otros y recibiendo la energía compensatoria que mereces.
En momentos en los que el caos parece ser el factor común, junto a los retos por sortear, aparecen oportunidades para cambiar. Algo que estaba fuera de nuestros planes, se nos empieza a mostrar.
¡Y es el tiempo justo para entrar en acción!
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